No hay celebración popular, bautizo o boda en Senegal en los que no suene y se baile el sabar, vocablo en wolof, la lengua más usada por los senegaleses, que hace referencia tanto al baile, como al ritmo y al tambor del que salen los acelerados sonidos. Es probable tropezarse en algún momento en alguna calle de un barrio cualquiera de Dakar con un bullicioso grupo colocado en torno a una carpa alargada donde muchos lo bailan y tocan, convirtiéndolo en el ritmo más representativo del país. Niños y mayores se envalentonan en un torbellino de movimientos y saltos frenéticos que levantan una polvareda allá donde sus pies descalzos conectan con el arenoso suelo. También es habitual que sean solo los hombres los que toquen sabar.
Bajo estas carpas y en estas celebraciones comenzó a criarse artísticamente Ndeye Cissé, una de las primeras mujeres en tocar percusión senegalesa a escala profesional y de las pocas que actualmente vive de su arte en el país. Es una artista de 42 años con una sonrisa de 20 (ella lo achaca a la buena alimentación, al deporte y, sobre todo, a tocar la percusión) que comenzó desde muy pequeña a introducirse en un mundo que tradicionalmente ha estado reservado a los hombres. Así, fue la primera mujer percusionista en hacer una gira con Youssou N´Dour, el cantante más internacional de Senegal. Su vida profesional está desde hace una veintena de años entre Senegal y Europa; también ha trabajado como percusionista en Corea del Sur y ha participado en conciertos en Dubai, Martinica o Guadalupe.
Deja muy claro en varias ocasiones que la posición en la que se encuentra hoy y su relación con sabar y el yembé se deben a su hermano, su cómplice, su inspiración, quien fue capaz de transmitirse su amor por el primero de los instrumentos y la ha animado y apoyado en todo momento. «Yo comencé a tocar el yembé a los 8 años con mi hermano mayor. Cuando éramos niños nos poníamos a jugar con las botellas de plástico tocándolas como instrumentos musicales. Era él quien comenzaba a hacerlo y yo las cogía para tocar como él». Recuerda con un cariño especial cuando su padre le regalaba alguna muñeca y ella organizaba su bautizo con mucha ilusión para que sus amigos vinieran a bailar y tocar sabar. Más tarde, en la adolescencia, se unió a una hinchada de un grupo de fútbol del barrio de Las Palmas, en Dakar: «Yo iba con los chicos a animar, era una más de la hinchada, hasta que un día me reconocieron como la mejor hincha de la asociación. Yo era la única chica de este grupo. Al principio, íbamos a animar y cuando vimos que esto podía ser un trabajo, la asociación se transformó en un grupo más profesional y nació Djembe Rythme». Poco tiempo después, comenzaron las giras internaciones e incluso la colaboración con la selección senegalesa de fútbol, con la que fue al Mundial de Corea del Sur y Japón. Ella siempre como la única mujer percusionista.
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